SI PIENSAS....

Si piensas que estás vencido, lo estás;
si piensas que no te atreverás, no lo harás;
si piensas que te gustaría ganar, pero no puedes,
es casi seguro que no lo lograrás.


Si piensas que vas a perder, ya has perdido;
porque en el mundo encontrarás
que el éxito comienza con la voluntad;
todo está en el estado mental.


Muchas carreras se han perdido
antes de haberse corrido,
y muchos cobardes han fracasado
antes de haber su trabajo empezado.

Piensa en grande y tus hechos crecerán,
piensa en pequeño y quedarás atrás,
piensa que puedes y podrás;
todo está en el estado mental.


Si piensas que estás aventajado, lo estás;
tienes que pensar bien para elevarte,
tienes que estar seguro de ti mismo,
antes de ganar un premio.


La batalla de la vida no siempre la gana
el hombre más fuerte o el más ligero,
porque tarde o temprano, el hombre que gana,
es aquél que cree poder hacerlo.




Napoleón Hill ha sido quizás el hombre más influyente en el área de logro personal de todo el tiempo. Su clásico "Piense y hágase rico" ha ayudado a millones de personas y ha sido importante en la vida de muchas personas de éxito incluso en la de W. Clement Stone y Og Mandino.Su cita más famosa era: "lo que la mente de hombre puede concebir y puede creer, puede lograr." Luchando contra toda clase de grandes desventajas y presiones, dedicó más de 25 años de su vida a entrevistar a los grandes triunfadores e investigar sus carreras. ¿Su meta? Aislar y definir las razones por las cuales tantos fracasan y tan pocos alcanzan el éxito.



EDUCANDO CON EL CORAZON Y LA RAZON

Publicadas por Ana Karina Gallardo Gómez


Autor: Javier Urra, Psicólogo Forense de la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Madrid. Patrono de UNICEF.

Hay que educar en los sentimientos, en la apreciación de la riqueza de los mismos, en saber expresar los propios, en captar y entender los de los otros. En aprender a conducir la propia vida, y manejar las relaciones que se mantienen con los demás.

Los niños deben saber dirigirse a los otros para consultar o para negarse a sus solicitudes. Expresar las emociones y necesidades, facilitan el equilibrio psíquico.

Inteligencia es un concepto global, cognitiva y afectivamente. ¿Cuántas personas vemos que son sobresalientes profesionalmente, pero desequilibradas emocionalmente? Su vida fracasa.

La socialización es el proceso por el que nace y se desarrolla la personalidad individual en relación con el medio social que le es transmitido, conlleva la transacción con los demás. La socialización supone inmersión en la cultura, control de impulsos, experiencia de sí mismo, desarrollo de la afectividad y motivación de logro. Debe facilitar una “competencia comunicativa” y un “vivir con”.

La actitud y filosofía ha de ser: Conócete a ti mismo y ponte en el lugar del otro, es decir, ahondar en la introspección y la socialización. Al fin somos lo que la educación recibida y la posterior autoeducación ha hecho de nosotros, reflejamos cual espejo el amor o la villanía que se nos ha puesto delante.

El buen carácter del niño, sus actitudes positivas, su autocontrol dependerán del clima favorable que se viva en el hogar, del correcto modelado, del equilibrado uso del control y la autonomía de las conductas de quien está aprendiendo el sentido de aceptar las consecuencias de sus actos, de ir formando conciencia de lo que está bien y lo que es inaceptable.

Se irá preparando al niño para interaccionar con su entorno. Habrá que dotarle de un buen juicio moral. Es fundamental la empatía, la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona, de cómo siente, de cómo percibe. La empatía exige reflexión, sensibilidad y reduce (o elimina) la posibilidad de respuestas violentas.

Los niños han de aprender a tolerar, a dialogar, a mostrar los sentimientos. Sonreír es un imán prosocial. Hay que incentivar la disposición para ayudar al resto, lo que propicia sentirse bien. Hay que enseñar a tener amigos sanos y duraderos; educar en la amabilidad, en el altruismo, en el tú; promover la solidaridad. Sentirse partícipe de este mundo, de este momento.

¿Cómo nos comportamos? Pues según nos vemos, según nuestra autoestima. Tenemos que confiar en nosotros mismos, hemos de amarnos, el positivo autoconcepto correlaciona favorablemente con la conducta de ayuda, por ende, debemos promocionar en los niños una imagen positiva de sí mismos basada en la realidad de sus vidas. La autoestima es como un antídoto, que nos protege de problemas psicológicos. Un auténtico salvavidas.

Valoremos al niño, procuremos que se quiera y se sienta bien consigo mismo. Cada uno ha de aprender el autodominio, a ser sereno, a razonar de forma objetiva, a dialogar, a ser equilibrado. Admitir que los problemas, las frustraciones, son parte de nuestra vida. Utilizar el pensamiento alternativo. Ser sincero con uno mismo y con los demás. Intentar unificar el ser, con el deber ser. Pararse a realizar autointrospección. Conocer lo positivo y negativo de uno mismo, las limitaciones. Desarrollar el sentido del humor, la autocrítica. Autodirigirse en el estoicismo, la voluntad, la aceptación del sufrimiento. Darse un objetivo, una meta. Atribuir sus conductas a causas estables e internas, responsabilizarse de sus consecuencias.

A los niños se les indica con reiteración lo que deben o no hacer (incluso decir o callar), pero es fundamental que sepan manejar sus pensamientos pues condicionan las emociones y sentimientos, son una magnífica herramienta para lograr un posicionamiento optimista y un alto grado de equilibrio emocional.
A veces se educa al niño para que sea capaz intelectual y formativamente, pero se olvida enseñar a dar respuesta a los problemas emocionales.

Al niño hay que educarle para que sea mejor, no el mejor.